Inmersos en plena Velá de Santa Ana, una de las
celebraciones mas antiguas que perduran en nuestra ciudad, nos
detenemos hoy en la popularmente conocida como cucaña, actividad
lúdica fluvial que siempre relacionamos con la Velá pero que quizá
te sorprenda conocer que nada o poco tiene que ver con ella.
Para descubrir el origen de este juego de la cucaña
hemos de remontarnos unos quinientos años atrás en el tiempo, ya
que su origen se encuentra a principios del Siglo XVI en el Reino de
Nápoles, que por aquel tiempo formaba parte del Reino de España.
Su origen está relacionado con el monte Vesubio
cuya erupción destruyó en el año 79 d.c. Las ciudades de Pompeya
y Herculano. En concreto, estas celebraciones tenian lugar en plazas
donde se recreaba una montaña como si fuera el Vesubio de cuyo
crater emanaban manjares.
Los participantes en el juego tenían que escalarlo
y llegar a su cima para poder obtener estos premios. Con el paso de
los años, aquella montaña inspirada en el Vesubio fue sustituida
por un mastil situado en pie sobre la plaza o bien sobre una barca, por el que habia que atravesar sin
caerse al agua para obtener el premio situado al otro extremo del
mismo. Así surgío esta costumbre que se extendió por diversas
partes de España.
Si seguramente no esperabas que este fuera el origen
de la cucaña, te sorprenderá saber que tampoco tiene relación con
la Velá de Santa Ana ya que estos juegos no se celebraban con tal
motivo, sino que tuvieron su origen en el nacimiento en el año 1852
de la Infanta Doña María Cristina de Orleans, hija de los Duques de
Montpensier, que tenían su residencia en el Palacio de San Telmo,
por ello, en el río Guadalquivir y frente al Palacio, se comenzó a
celebrar la cucaña tal y como hoy la conocemos.
Sevilla nunca deja de sorprendernos.
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