Hoy
visitamos la Iglesia de Santa María La Blanca, ¿La Conoces?, ¿Sábes
que antes de ser iglesia fué una sinagoga?, ¿Sabes la importancia
que tuvo esta iglesia en la obra de Murillo? en El Arte de Sevilla te
contamos la historia de esta joya situada en plena judería de
Sevilla.
La
Iglesia de Santa María la Blanca, es también conocida como Iglesia
de Santa María de las Nieves, pero ¿sabias que en sus orígenes
aquí se levantaba una Sinagoga?. Así es, en torno al siglo XIII
existía una importante comunidad judía en el centro de la ciudad,
de hecho a esta zona se le conoce popularmente como la judería de
Sevilla.
Con
la conquista de la ciudad, el Rey San Fernando reparte las distintas
zonas de la ciudad, destinando dos espacios a la ubicación de
musulmanes y judíos en convivencia con los cristianos aunque
aislados. Se trataba de la zona denominada como de la Aljama y el
Adarvejo, ambas separados por una muralla, con juridiscción propia
conforme a su religión y comunicados con la ciudad a través del
Postigo de San Nicolás y el del Mesón del Moro.
De
hecho en el pequeño triangulo geográfico que conforman las iglesias
de Santa María la Blanca, San Bartolomé y la antigua Iglesia de
Santa Cruz – hoy Plaza de Santa Cruz – se levantaban las tres
sinagogas que el Rey Alfonso X El Sabio concedió en el año 1253 a
la población judía y musulmana que permanecía en nuestra ciudad ya
que el resto de mezquitas y sinagogas fueron cedidas a la iglesia con
su consecuente cambio de culto.
En
1391, se produjo una revuelta antijudía en la ciudad y tras estos
movimientos la iglesia de Santa María La Blanca fue transformada –
que no derribada – en iglesia cristiana.
Debido
al mal estado que presentaba, tuvo que reconstruirse el templo en
torno a los años cincuenta del siglo XVII. En esta reconstrucción
tuvo gran importancia, como veremos más adelante, la participación
como supervisor de la remodelación del canónigo de la Catedral de
Sevilla Justino de Neve.
En
cuanto a las obras en si, se realizaron por fases, la parte más
antigua es la Capilla Mayor, que data del año 1660, ideada por Pedro
Sánchez Falconete, autor igualmente de la espadaña.
Posteriormente,
el Maestro Mayor de la Catedral, Juan González continuó con las
obras, y en 1663 el citado Justino de Neve encarga al cantero Gabriel
de Mena diez columnas así como la construcción de las cubiertas.
La
iglesia toma la advocación de la basílica de Santa Maria Maggiore
de Roma, Sancta Maria ad Nives, que traducido del latín significa
Santa María de las Nieves. Esta advocación no era una casualidad,
sino que en ella se unía la alusión a la pureza de la Virgen con
Blanca Inmaculada con la referencia al apellido del Canónigo Justino
de Neve (Nieves) que fue su el gran promotor del templo.
Sobre
la puerta de entrada de la antigua sinagoga se construyó un arco
apuntado. El interior fue totalmente reformado al estilo barroco por
Sánchez Falconetel modificando totalmente el aspecto de la a antigua
sinagoga.
Es
una iglesia planta rectangular, con cabecera y dos cuerpos adosados
en el muro de la Epístola. En el interior, observamos tres naves
divididas en seis tramos mediante 10 columnas toscanas de mármol
rojo sobre las que se levantan arcos de medio punto en los que
descansan las bóvedas de cañón con falsos lunetos.
Pero
si algo llama la atención sobremanera de esta iglesia es sin duda la
decoración. Toda la superficie se encuentra repleta de yeserías con
motivos geométricos, vegetales y figurativos, que, junto con las
pinturas murales, que siguen la secuencia de las yeserías, dan
movimiento y dinamismo a la iglesia. La decoración de yesería es
obra de los hermanos Pedro y Miguel Borja sobre trazado nada más y
nada menos que de Pedro Roldan.
En
cuanto al retablo mayor, tiene una gran decoración vegetal, en el
centro se situa el sagrario junto a las tallas de San Pedro y San
Pablo. Observamos columnas de orden dórico, columnas salomónicas y
tallas de serafines.
Igualmente,
destacan los retablos de la capilla Sacramental, el principal se
conoce como el retablo de la Cofradía del Lavatorio, y alberga un
crucificado junto a la Virgen y San Juan. En el frente, de la
capilla, encontramos otro retablo presidido por la imagen de San José
con el Niño, tratandose sin duda de una joya del barroco sevillano
Murillo
y las pinturas de Santa María La Blanca
Como
dijimos al principio de estas líneas, la intervención en el templo
del canónigo de la Catedral de Sevilla, Justino de Neve, es crucial.
Neve, que fue el encargado de la supervisión de las obras de
reconstrucción del templo, mantuvo una gran amistad con Murillo y de
esta relación surgió el encargo de numerosas obras para la apertura
del templo en 1665.
Para
comprender el magnifico programa iconográfico que ideó Murillo para
esta iglesia las pinturas tendrían que estar actualmente colgadas en
sus paredes. Pero con la invasión de España por los franceses se
produjo un daño terrible, el expolio ordenado bajo el mariscal Soult
durante la Guerra de la Independencia. Fueron robadas esculturas y
pinturas, no solamente en este templo, sino en la ciudad en general,
llevándose todo lo que pudieron y acabando dispersas por los museos
de todo el mundo.
Las
pinturas realizadas por Murillo representaban historias de la
fundación de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma y se
colocaban en los lunetos. En la cabecera de las naves laterales se
situaban la “Inmaculada Concepción” y “El Triunfo de la
Eucaristía”.
La
Pintura de “El sueño del patricio Juan y su esposa”, recogía
el momento en el que la Virgen se les aparece a los dos durante la
noche del 4 de agosto, vispera de la festividad de la Virgen de las
Nieves, para pedirles la dedicación de un templo en el lugar en el
que verán trazado con nieve en el monte Esquilino. Frente a este se
situaba “El patricio Juan y su esposa ante el Papa Liberio”. En
esta, Murillo divide la escena, disponiendo a la izquierda al
patricio y a su esposa ante el Papa, que ha tenido el mismo sueño, y
a la derecha se representa dibujada en la lejanía la procesión que
se dirige al monte para verificar el contenido de los sueños, en la
que el Papa Liberio reaparece bajo palio.
Como
curiosidad, ¿Sabias que se realizaron unas fiestas para la
inauguración de esta iglesia? Pues si, y duraron nueve días nada
más y nada menos. Estas fiestas se celebraron en la plaza que existe
delante del templo, engalanándose su fachada con tapices, pinturas y
paños. Murillo realizó las pinturas que formaban parte del altar
efímero instalado con tal motivo en el centro de la plaza. Gracias a
la descripción que del mismo hizo en el año 1666 el erudito
Fernando Torre Farfán, sabemos que fueron obras del artista
sevillano una pintura de María Inmaculada que se situaba en este
altar efímero flanqueada por El Buen Pastor y San Juan Bautista
niño.
En
la actualidad, de las grandes pinturas anteriormente citadas
solamente podemos ver reproducciones, ya que las piezas originales
se encuentran en el Museo del Louvre en París. Si se conservan en la
Iglesia la Sagrada Cena, realizada también por Murillo, así como La
Piedad, obra de Luis de Vargas en 1594, siendo ésta la última pieza
realizada por el artista.
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